miércoles, 20 de enero de 2016

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Ayer me prometí crear una entrada en este diario dedicada solo a ella y al instante en el que recobré mi consciencia, por decirlo así. No acabé con los informes que tenía pendientes, pero aún así, hoy me tomado el día libre.
No sé si será por esta nueva situación en la que me encuentro, pero hoy al despertar, mientras me tomaba mi obligatorio café de la mañana, apoyado en la barra que separa la cocina del salón de estar, paseando la vista por mi apartamento, me he estremecido durante un momento, nada de lo que captaban mis ojos parecía mío. ¿Cuando puse ahí ese sofá Chester negro?, de espaldas al gran ventanal del salón, era una antigüedad, aunque en muy buen estado, ni si quiera recuerdo cuando o dónde me hice con él. La mesa frente a ese sofá, una mesa baja, enteramente hecha de cristal, lo mas minimalista nunca visto, un plano con 4 patas, una en cada esquina, tampoco recordaba muy bien como había ido a parar a mi apartamento.
Decidí que tenía que hacer algo, la cita con el diario debía esperar. Además no hay mucho que se pueda hacer en este minúsculo apartamento, no me llevaría mucho tiempo.
Terminé el café y decidí iniciar la reubicación con el entorno de mi casa en el dormitorio, lo primero el armario, es bastante difícil tenerlo desordenado ya que la Inteligencia Artificial conectada a mi chip implantado se ocupa de todo,



pero algo hay poner por parte de uno, y yo al abrir el armario contemplé que no había puesto ni lo más mínimo por mi parte. Simplemente hay que colgar las prendas en las perchas que cuelgan de una cinta transportadora dentro del armario y Sam se ocupa de organizarlo todo como tu le indiques, en mi armario las perchas colgaban solitarias, como hojas de árbol caduco que se balancean con el viento del otoño, sabiendo que su destino es el suelo mas temprano que tarde, y mi ropa, justamente parecía eso, hojas caídas que el viento a amontonado en una esquina. Me introduje en el armario, agarré la montaña de ropa con las dos manos y la saqué de allí, y por difícil de creer que pueda parecer, olía a limpio. Colocar cada prenda en una percha y la ropa interior en los cajones me llevó como una hora, pero una vez hecho, lo demás era cosa de Sam. Poco más había que hacer en la habitación, ya que, aparte del armario lo componía una cama de 2 x 2, dos mesillas, que nacían como por arte de magia de la cabecera de la cama y se mantenían suspendidas en el aire, una a cada lado, y la gran ventana con vistas a una de las calles centrales de la ciudad.
En el salón tampoco había mucho trabajo por hacer, aún así, cambié de posición el sofá, lo coloque de espaldas a la cocina, por consiguiente la mesa lo siguió y fin, Sam se encargaría de re-colocar el proyector holográfico para que ofrezca las imágenes frente al sofá y nada mas.
Y en la cocina, que es simplemente una encimera pegada a la pared, con un par de calentadores de fusión y bajo ella un cajón con cubiertos (que cambié de sitio, las cucharas donde los tenedores, los cuchillos donde las cucharas y los tenedores donde los cuchillos) y un armario con unos pocos platos y un par de recipientes para calentar la comida,  al otro lado otra encimera que hace de separación entre el salón y la cocina, tampoco hubo mucho que hacer.
Así que en un par de horas esta mañana, convertí un lugar desconocido, o mejor dicho, un lugar recién descubierto, en mi hogar.
El resto de la mañana hasta la hora de comer lo pasé sentado en mi sofá, recolectando toda la información que mi cerebro podía aceptar de las imágenes y sonidos que aparecían en el proyector holográfico. Todo me parecía lejano, todo me parecía nuevo.
Y ahora, después de comer, una pizza a domicilio, y tomar el café obligatorio de después de comer, aquí estoy, preparado para hablar de ella, Cat, y de ese momento que me ha devuelto a la vida consciente de la que llevo 24 horas disfrutando.
Y que no sé cuando perdí, ¿cuando me reclutaron?... ¿cuando me puse a los mandos de aquella nave de combate?... ¿cuando todo se acabó y me hice, por mis méritos en combate, inspector de policía?.
- Hijo, puede ser lo que usted quiera, después de su gran labor en el espacio de batalla, se lo ha ganado - me dijo un general, sentado en su gran sillón de piel, con la espalda tan recta que en su camisa no había lugar a una sola arruga, tras su gran mesa de roble, escoltado a su espalda por decenas de pantallas holográficas mostrando todas ellas imágenes de lo que había acontecido durante los últimos 7 años.
No sé si lo dudé, o si siquiera lo pensé... inspector de policía.
Quizá fuera la influencia de la cantidad de películas, series y libros de esa temática con las que ocupaba mi poco tiempo libre durante la guerra.
No lo sé.
Necesito un descanso.

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